De pronto estoy ante
James, de Oregon. Jame es de los States y, por supuesto, no habla español. Su
amigo si lo hace. Me siento bien hablando en inglés, estoy ebria y algún que
otro cuasi puro con tabaco paso por mis labios. Estoy que exploto. No puedo
parar de hablar en inglés. Ahí es donde me doy cuenta que soy casi bilingüe
pero solo ebria y on pot.
Y te das cuenta
que el call center dio sus resultados, que sin darte cuenta te lo metieron en
el cerebro. No lo esperabas, no lo sabias: brainwashing, man. Y usas palabras
muy propias de ellos y acento muy a lo de allá. No me creen o se sorprenden
cuando digo que soy argentina. Increíble. Con todo este tema en la cabeza y además,
como soy yo, sin poder parar de hablar un segundo: le conté mi historia a
James.
Le conté que salí del secundario
pensando en conseguir un buen trabajo. Lo que conseguí fue trabajar en un call
center en el que te hacian vender cosas
inútiles como tarjetas de crédito a Estados Unidos. Si, termine abrazándome a un yanki
pidiéndole disculpas por llamar todos los días a sus país y venderle mierda.
El, abrazándome saids "i'm always so rude to telemarketers".
Yo
quería ser Marx y me pusieron en una linea de producción neoforditsta que apunta a los servicios. Claro, que todo
eso no se lo explique a mi amigo James, lo hubiera vuelto loco. Pero le dije que ese había sido mi trabajo y
que lo había sentido horrible, que renuncie a los seis meses porque no aguante.
El me dijo que está harto de las llamadas y que siempre termina siendo brusco
porque no sabe como pararlos. Los dos coincidíamos en que está bueno poder
verse face to face y know each other como personas. Como lo que somos. Porque
la verdad que James me cayó muy bien, amen de que estaba en un estado de
extrema positividad con el mundo (yo soy una con el universo).
Yo no quiero
venderle nada a james y el no quiere comprar nada. Los dos estamos chatting
tranquilos, de la vida, de nuestras carreras - el es diseñador gráfico - , de
los países de los que venimos y de que debería hablar español. Ahora dejó el
diseño gráfico porque quiere ser músico. Y hablamos de que la gente debe tener
sueños. James es de carne y hueso. James no es un número que me suma en mi
comisión a fin de mes. James tiene sueños. Y nuestros mundos se tocaron para
saludarnos y unir en un abrazo lo que el mercado trata de separar con sus
métricas. Todos somos humanos, nadie es un robot, nadie es un comprador
compulsivo... solo hacen que las personas crean que lo son.
Fin.... (i'm so
fuckin drunk right now, dude)
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